Capítulo 3.
III. Sadrac, Mesac y Abednego, librados del horno
de fuego.
A. Nabucodonosor se erige una estatua y le rinden
adoración.
1. Nabucodonosor
erigió una estatua de oro en el campo de Dura.
a. 3:1 El rey Nabucodonosor mandó que se erigiera
una estatua de oro. En el campo de Dura. En la provincia de Babilonia. La cual
medía sesenta codos de alto y seis codos de ancho.
2. Reúne a todo el gobierno para asistir a la
dedicación de su estatua.
a. 3:2 Luego el rey ordenó a que se reúnan los
sátrapas, magistrados, capitanes, tesoreros, consejeros, jueces y oidores, lo
mismo que el resto de los gobernadores de las provincias, asistan a la
dedicación de la estatua que él había mandado erigir.
b. 3:3 Así, sátrapas, magistrados, capitanes,
tesoreros, consejeros, jueces, oidores y demás gobernadores de las provincias,
hicieron acto de presencia en la dedicación de la estatua, que el rey
Nabucodonosor había mandado erigir.
3. La estatua de oro debían adorarla todos.
a. 3:4 El
pregonero anunciaba en voz alta: A ustedes, pueblos, naciones y lenguas, se les
ordena.
b. 3:5 Que, al oír las bocinas, las flautas, los
tambores, las arpas, los salterios, las zampoñas, y cualquier otro instrumento
musical. Se arrodillen y adoren la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha
mandado erigir.
4. Arrojados a un horno de fuego, los que no
adoren la estatua.
a. 3:6 Todo el que no se arrodille ante ella ni
la adore será inmediatamente arrojado a un ardiente horno de fuego.
b. 3:7 Por eso, en cuanto a todos los pueblos,
naciones y lenguas. Escucharon el sonido de bocinas, flautas, tambores, arpas,
salterios, zampoñas y otros instrumentos musicales. Se arrodillaron delante de
la estatua de oro, que el rey Nabucodonosor había mandado erigir. Y la
adoraron.
B. Los hermanos de Daniel no rinden adoración a
la estatua.
1. Los caldeos
aprovechan la ocasión para acusarlos.
a. 3:8 Por esos días, algunos caldeos,
aprovecharon la ocasión para acusar a los judíos.
b. 3:9 Se presentaron ante el rey Nabucodonosor y
le dijeron: ¡Que tenga su Majestad una larga vida!
c. 3:10 El rey ha decretado que, al oír el sonido
de bocinas, flautas, tambores, arpas, salterios, zampoñas, y de cualquier otro
instrumento musical. Todos deben arrodillarse ante la estatua de oro y
adorarla.
d. 3:11 Quien no se arrodille y la adore sea
arrojado a un ardiente horno de fuego.
2. Sadrac, Mesac, Abednego, prefieren morir, y no
adorarla.
a. 3:12 Puesto
que resulta que Sadrac, Mesac y Abednego, esos judíos. A los que el rey, ha
colocado a cargo de los negocios de la provincia de Babilonia, no respetan al
rey. Ya que no adoran a sus dioses, ni a la estatua de oro que el rey mandó
erigir.
b. 3:13 Nabucodonosor se indignó mucho, y ordenó
que llevaran ante él a Sadrac, Mesac y Abednego. Y estos, al instante, fueron
llevados a la presencia del rey.
c. 3:14 En ese momento, Nabucodonosor habló con
ellos, y les dijo: Sadrac, Mesac y Abednego, ¿es verdad que ustedes no honran a
mi dios, ni adoran la estatua de oro que mandó erigir?
d. 3:15 Díganme, sí, ustedes, al oír el sonido de
bocinas, flautas, tambores, arpas, salterios y zampoñas. Y otros instrumentos
musicales, están dispuestos a arrodillarse ante la estatua que he mandado
hacer, y adorarla. Porque si no la adoran, en ese mismo instante, serán
arrojados a un ardiente horno de fuego, y en ese momento, ¿qué dios podrá
librarlo de mis manos?
e. 3:16 Sadrac, Mesac y Abednego respondieron al
rey Nabucodonosor: No tenemos por qué responder al rey acerca de esto.
f. 3:17 El rey, va a ver que nuestro Dios, a
quien servimos, puede librarnos de ese ardiente horno de fuego. Y también puede
librarnos del poder del rey.
g. 3:18 Pero aun si no lo hiciera, sepa el rey,
que no serviremos a sus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que ha mandado
erigir.
C. Librados del horno de fuego por el Hijo de
Dios.
1. Sadrac, Mesac y Abednego, echados en el horno
de fuego.
a. 3:19 En aquel momento, Nabucodonosor se llenó
de ira, y su semblante cambió en contra de Sadrac, Mesac y Abednego. Así que
ordenó calentar el horno siete veces más de lo acostumbrado.
b. 3:20 Luego
ordenó que los hombres más fuertes de su ejército ataran a Sadrac, Mesac y
Abednego, y los arrojaran al ardiente horno de fuego.
c. 3:21 Fue así como estos jóvenes fueron atados
y arrojados, junto con sus mantos, sandalias, turbantes, y toda su vestimenta,
a ese candente horno de fuego.
d. 3:22 La orden del rey fue tan apremiante, y el
horno estaba tan candente, que las llamas mataron a quienes arrojaron a Sadrac,
Mesac y Abednego.
2. Nabucodonosor se espantó con los jóvenes.
a. 3:23 Mientras los tres jóvenes caían atados
dentro del candente horno de fuego.
b. 3:24 El rey Nabucodonosor se espantó,
rápidamente se levantó y dijo a los de su consejo. ¿Acaso no eran tres los
jóvenes atados que se arrojaron al fuego? Y ellos le respondieron: Así es rey,
es verdad.
3. Ve a cuatro jóvenes y uno es como hijo de
dioses.
c. 3:25 El rey dijo: Pero yo veo a cuatro jóvenes
sueltos, que se pasean en medio del fuego y sin que sufran daño alguno ¡Y el
aspecto del cuarto joven es como el de un hijo de los dioses!
4. Nabucodonosor
les ordena salir del fuego.
a. 3:26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la
puerta del horno encendido, y dijo: Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios
Altísimo. ¡Salgan de allí y vengan acá! Enseguida, Sadrac, Mesac y Abednego
salieron del fuego.
b. 3:27 Mientras los sátrapas, los gobernadores,
los capitanes y los consejeros del rey se juntaban para mirar a estos jóvenes,
a quienes el fuego no había podido quemarles el cuerpo, y ni siquiera un solo
cabello de la cabeza. Sus vestidos estaban intactos, y ni siquiera olían a
humo.
5. Nabucodonosor decretó honrar al Dios del
Cielo.
a. 3:28 En ese momento, Nabucodonosor exclamó:
Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, que envió su ángel y libró a
sus siervos. Porque confiaron en él y no cumplieron mi edicto. Prefirieron
entregar sus cuerpos, antes que servir y adorar a otro dios.
b. 3:29 Por tanto, yo decreto que todo pueblo,
nación o lengua que profiera alguna blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y
Abednego, sea descuartizado. Y que su casa sea convertida en muladar. ¡Porque
ningún dios hay! ¡que tenga poder para salvar, como este Dios!
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